
En ocasiones, algunas personas tienden a proyectarse en un futuro hipotético donde tienen que lidiar con un problema. Esta proyección puede llegar a crear preocupación y ansiedad. La solución es muy fácil: no hacerlo, aunque puede costar un poco más ponerlo en práctica. Hoy te voy a hablar de cómo puedes desactivar estos pensamientos negativos que no te aportan nada.
Pequeño ejemplo real
¿Has estado alguna vez esperando a alguien para entrar a concierto, un cine o algo similar, habiendo comprado las entradas para ambas personas? Va pasando el tiempo y la otra persona no aparece. ¿Qué hace tu mente? Imaginar que vas a perder la función, lo que va aumentando tu nivel de estrés a medida que se acerca la hora.
En realidad, en esa situación pueden pasar tres cosas. La primera es que la persona que estás esperando llegue a tiempo, por lo cual no ocurriría nada malo. La segunda es que la persona no se presente, y en este caso tendrías dos opciones: la de entrar y asistir a la función (intentando quizás dejar la entrada en taquilla para que la otra persona la recogiese), o seguir esperando y probablemente quedarte sin poder disfrutar del espectáculo.
En la inmensa mayoría de los casos, la persona llegará a tiempo. Y en contadas ocasiones, muy poco frecuentes, te quedarás sin poder entrar a pesar de haberte gastado el dinero. Y ahora te hago una pregunta: ¿Alguna de esas situaciones merecía que te estresaras? La respuesta es no. Todo este tiempo que pasaste preocupándote no te sirvió de nada.
Lo mismo nos ocurre cuando pensamos que podemos perder un vuelo o un tren, o que la entrevista de trabajo a la cuál vamos puede salir mal, o que tenemos que hablar con alguien para un tema conflictivo y tememos que las cosas tengan consecuencias muy malas, etc.
¿Por qué nos preocupamos tanto?
Nuestro problema es que seguimos reaccionando como animales primitivos, con estrés, a estímulos que no representan una verdadera amenaza. Antiguamente, cuando ocurría algo peligroso, nuestro cerebro se ponía en alerta, aumentando el ritmo cardíaco del organismo para poder reaccionar más rápido, y básicamente, salir corriendo para escapar del sitio. Hoy, seguimos estresándonos incluso cuando el peligro es muy benigno, o incluso solo existe en nuestra cabeza.
Porque nuestra biología no es la única culpable. Gran parte de esos malos momentos los debemos a nuestros pensamientos. Nos imaginamos que las cosas pueden salir mal, y nos quedamos allí, en el drama, en lugar de completar el razonamiento.
Como aprender a no proyectarse en esos pensamientos negativos
Lo primero que tienes que hacer es reconocer esas situaciones. La próxima vez que sientas estrés o preocupación por algo, intenta ir un poco más allá e identificar la causa. Una vez que lo hayas hecho, intenta ser objetivo, más allá de tu miedo, para ver si la situación que te preocupa es solamente una posibilidad o es un hecho.
El segundo paso es ponerte en lo peor. Muchas veces nos preocupamos porque nos quedamos en un problema sin acabar, pero incluso un evento malo suele tener una solución.
Por ejemplo, si pierdes el vuelo, siempre podrás cambiarlo por otro más tarde. Te costará dinero, sí, pero tampoco será el fin del mundo. O si le dices a esa persona que te gusta y te rechaza, te sentirás mal, sí, pero te pasará, y podrás seguir con tu vida.
El tercer paso, es reconocer que probablemente estés exagerando la posibilidad de que las cosas salgan mal.
Si has salido con tiempo de casa no vas a perder el avión. De hecho, las personas que se estresan por viajar son las que llegan con mucha antelación. En mi caso, hace tiempo que decidí que prefiero arriesgarme un poco a perder un vuelo que perder el tiempo yendo mucho antes. Calculo los tiempos para llegar a la puerta poco antes de que se inicie el embarque. ¿Y por qué no me estreso con eso? Porque he viajado mucho, me ha pasado de todo con los vuelos, y nada es realmente grave al final. Y no siempre me lo he tomado con calma, créeme.
Repito, normalmente no ocurre nada malo. Las cosas solo salen mal en tu proyección mental, lo que afecta tu presente con estrés y preocupación. Eso no ayuda a tu bienestar, y por eso tienes que trabajar en ello.
En los raros casos de que algo salga mal, la inmensa mayoría de las veces no será para tanto.
Si, a pesar de todo, las cosas salen mal con consecuencias graves, no te habrá servido de nada estresarte y preocuparte antes. Quizás tu mente se agarre a un pensamiento como “sabía que iba a pasar”, pero ¿de qué te habrá servido tener razón? De nada. Tan solo habrás perdido una oportunidad de estar feliz y relajado antes de un evento malo.
Darse cuenta de esos pensamientos toma tiempo
Intenté poner ejemplos de la vida cotidiana, porque muchos hemos vivido este tipo de situaciones, y creo que si te das cuenta de este tipo de proyección negativa en un caso banal como los que he citado, entonces quizás puedas identificarlos más adelante cuando te ocurra en otras situaciones de la vida.
La principal dificultad es que a menudo la preocupación ocupa nuestra mente de tal manera que no deja sitio a otros pensamientos más constructivos. Por eso insistí en que tengas el reflejo de preguntarte por qué estás preocupado cuando estés estresado. Si consigues parar a reflexionar un poco, es mucho más probable que te acuerdes de todo lo que te acabo de contar y tomes acción.
Claro que todos somos humanos, y probablemente no seamos capaces de evitar las preocupaciones y este tipo de pensamientos en todos los casos. Pero empezando por situaciones benignas y poco a poco automatizando esa forma de centrarse en el presente y evitar las proyecciones negativas, es posible mejorar mucho la calidad de vida, y reducir el estrés.